Clases de Herbología [Priv. Momo]

Llamé a Momo esta mañana para decirle que tendría tiempo libre suficiente para enseñarle mis conocimientos de herbología con principal enfoque en lo que son venenos. Dije que estaría esperandola en el bosque cercano a mi cabaña, estudiaríamos juntas algunas especies de hierbas y hongos que crecen en la zona y la invitaría a almorzar. Por lo que tenía el presentimiento de que este día sería muy agradable.

Saqué entonces la tetera del fuego y me serví un poco de té mientras esperaba a que mi pequeña amiga llegase, el día estaba despejado y la naturaleza relucía el ambiente con todo su magnífico esplendor, lo cual me hacía sentir muy contenta.

Salí de debajo del puente principal vestida con un vestido nuevo que me había comprado con un dinerito extra que conseguí tras un encargo de asesinato múltiple... pero eso era otra historia, y hoy me dirigía al bosque para ver a Clarice, la hermana de cierto hechicero, al que por cierto también había conocido en el bosque... pero ya me estaba llendo de nuevo por las ramas... hehehe... ramas, en el bosque.... agh! sacudí la cabeza para centrarme en mi objetivo, llegar sin perderme, aunque era algo fácil, pues ya había explorado previamente el bosque... Maka, Hachi y Machi se habían quedado en la playa para entrenar un rato... esos tres gatos pronto serían de lo más útiles en las batallas... que orgullosa me sentía ya de ellos...

Pronto divisé la cabaña y fui hacia ella, toqué a la puerta tres veces y esperé a que me abriese, sonriente por asistir por fin a la clase sobre venenos...

-Señorita Clarice! Abra! soy yoooo...-dije con voz cantarina.

Abrí la puerta lo más rápido que pude... no sé por qué, pero yo tambien estaba muy ansiosa de empezar.

Bienvenida a mi cabaña, Momo, jeje, llegaste temprano, justo estaba desayunando, ven, pasa. Entramos a mi casa a toda prisa y nos sentamos alrededor de la mesa.

Terminaré mi té y comenzaremos de inmediato, ¿vale? Hay un poco de pan y quesito de campo por si se te antoja.

Entré a la cabaña y me senté allí dónde me indicó... me sentí reconfortada dentro de esa casa... era una sensación extraña... pero como no era desagradable, me dejé llevar un poco por ella... acepté el pan con queso y comí un poco... miré a Clarice mientras se tomaba su té y yo seguí comiendo el pan... sonreí con gusto ante la perspectiva de empezar de una vez con las clases... pero preferí no ponerle prisas al asunto... podría ser que se enfadase y decidiese no darme la clase... nunca se sabe con las personas que aparentan ser tranquilas...

No debía apurar mi taza de té, ya que era de unas hojas que producían un efecto relajante y podría provocarme un sueño profundo, por lo que tomé a su ritmo, afortunadamente me quedaba un buen poco por lo que luego de terminaramos con el desayuno le hice una seña a Momo para que me acompañara la cocina, sin antes sacar un par de libros gruesos de un estante.

Antes de comenzar con la clase de hoy, debemos asegurarnos de que llevamos todo lo necesario. Los libros que llevo en la mano son versiones de compendios actualizados hasta la fecha con todo tipo de plantas, árboles, arbustos y hierbas, sus usos y aplicaciones, y su modo de prepararlos, cosa que haremos hoy, ya que muchas de estas especies aparecen en este bosque. pero primero necesito que me ayudes a buscar un caldero, uno pequeño, para que lo podamos llevar y no pese tanto. Yo buscaré unas tijeras de podar, unas pinzas y mi lupa. ¿de acuerdo?

Asentí con la cabeza y enseguida me puse a buscar junto a ella el caldero... al final encontramos uno de su agrado, y lo sujeté entre mis manos como si en vez de peltre, fuese de oro... ella tomó sus cosas y la seguí al bosque dónde esperaba empezar enseguida con las clases...

-Estoy ansiosa, nerviosa, eufórica, emocionada, alterada? feliz, espectante... -decidí callarme, pues no encontraba más adjetivos que describiesen la alegría que era poder conocer muchos más venenos... ahora podría valorar mejor a mis queridas setas, de las cuales no sabía ni el nombre coloquial... sólo sabia que tenían cierta forma y color, y que funcionaban para tal y cual, pero lo demás era un completo misterio... una duda nueva comenzó a crecer en mi interior, con ansias de explorar la zona, ya de paso- hasta dónde nos adentraremos en el bosque?

Me alegre al oír el comentario de la pequeña Momo, al parecer estaba tan ansiosa como yo de empezar. Y podría asegurar que la primera clase sería algo que no olvidaría.

Nos adentramos tanto como sea necesario, para que puedas aprender lo más posible en este día. Contesté.

Una vez que nos aseguramos de tener todo listo, recibí el calderillo y salimos fuera.

Ahora observa, Momo... Fíjate en las diversas formas que la naturaleza te ofrece y trata de sentir su esencia... hasta que halles algo que llame tu atención profundamente.

Observé absolutamente todo... desde las copas de los enormes árboles, hasta los pajaritos en calzoncillos que comían semillitas de sésamo en las raíces de un arbusto de bayas rojas... estas bayas fueron las que me llamaron la atención, pajaritos en calzoncillos veo cada día, pero esas bayas tan rojas... parecían capsulitas de sangre falsa y me daban ganas de aplastar alguna para que pareciese que había asesinado a alguien... aunque sería más fácil y gratificante hacerlo de verdad...

Miré a Clarice y le señalé las bayas con el dedo índice, haciendo notar que ese era mi objetivo a "esclarecer" ese día...

-Si las apuñalo, gritarán?

Miré alrededor tratando de ver qué se refería Momo y noté que las bayas rojas que estaba mirandome eran muy familiares; una vez que las reconocí me acerqué riendo un poco por el comentario y colocando mi brazo alrededor de su cuello dije:

Puede que las bayas no griten, pero eso puede que sí.

Entonces vimos como de los arbustos se levantaba un árbol liviano y pintoresco con una curiosa forma femenina. Cuando supe qué era esa cosa agarré a Momo y dimos cautelosamente dos pasos hacia atrás al tiempo que comencé a susurrarle al oído las útiles propiedades de las bayas que tanto le interesaban.

Las bayas rojas de dríada, bien mezcladas con un par de ingredientes que crecen en este bosque, son un muy útil veneno, aunque los efectos pueden variar dependiendo de cuántas gotas de líquido utilices. Una gota que entre en contacto con la piel causa una parálisis temporal de 4 horas, por lo que tambien pueden servir como anestésico; dos gotas aparte de paralizar causan fiebre extrema y delirios al punto de sentir que tu cabeza va a explotar... Y tres gotas, sólo si la introduces de manera intravenosa, es capaz de petrificar la zona afectada para siempre en cuestión de segundos.

Vimos entonces que la dríada se empezaba a comportar de una manera algo agresiva y se acercaba lentamente a nosotras con intención de arrojarnos sus esporas somníferas en caso de que queramos atacarle. Supe que era tiempo de actuar rápido, si es que Momo realmente quería unas cuantas bayas rojas de dríada.

Ven aquí... ten cuidado, te enseñaré a sacar unas cuantas bayas sin que te ataquen ni nada.

Me quedé a pocos pasos de Clarice, pero la dríada me dio más curiosidad aún... dí un paso pequeño adelante, acercándome a la criatura pero sin separarme de mi maestra, y me puse de cuclillas, simulando/fingiendo una extraña reverencia, como si la dríada fuese una reina, me quedé en esa posición delicada, como si yo también fuese una dríada, imitando su porte y su actitud un poco, probablemente Clarice me regañase por ese acto imprudente, pero quería experimentar y explorar lo que es ver a una dríada por primera vez sin ayuda antes de seguir la verdadera explicación... imité el sonido de las hojas al viento, y un poco de canto de pájaros para tranquilizar a la criatura, o eso esperaba

-Shhhh... whooossss... flitflitflit!(?)

Observaba los movimientos de Momo con total curiosidad,,, "esta niña... ¿tendrá el don?". Noté que hacía los pasos de cómo comportarse frente a una dríada para pedir sus frutos con total naturalidad y sin que fuese necesario decirle cómo hacerlo...

"Acércate un poco más... demuéstrale que eres tan elegante como ella... Otra reverencia... extiende tus manos... un poco más gentil... Ahora."

Finalmente pude ver cómo la dríada le extendía sus hojas sin rechistar, colocándo un buen montón de bayas rojas frente a Momo. Aplaudí contenta y con una sonrisa en mi rostro me acerqué lentamente a ella.

¡Bravo, Momo, para ser tu primera vez en contacto con dríadas lo has hecho muy bien! ¡Congratulations! Luego de decir eso cogí mi cuchillo y se lo entregué a la niña diciendo: Ahora toma este cuchillo y saca cuidadosamente las que necesites. Trata de no cortarte, está muy afilado.

Me sorprendí un poco por lo fácil que había sido, no entendía siquiera lo que había hecho, pero por lo visto lo había hecho bien... tomé el cuchillo y corté unas cuantas bayas, pero procurando no pasarme... incluso mi perturbada mente sabía que abusar de algo, por muy dado que te sea, nunca es bueno... guardé las bayas en mi cesta e hice otra inclinación hacia la dríada para indicar que se podía ir... luego miré a Clarice, sonriendo de oreja a oreja

-¡Que interesante es todo! nunca había visto una dríada... son muy lindas...

Me balanceé ligeramente de adelante a atrás esperando más indicaciones por parte de mi grandiosa maestra, mirando alrededor por si veía alguna seta cerca, pero por esa zona no había nada...

-¿Qué hacemos ahora?

Ahora necesitas encontrar el resto de ingredientes. Contesté, sonriendo. Dependiendo de las hierbas, hongos o plantas que elijas y de en qué medida los combines, puedes crear incluso nuevos tipos de venenos o antídotos... sólo deja que tu instinto te guíe.

Y diciendo estas palabras dejé que Momo siguiera a donde su corazón le dictase, dispuesta a seguirla y seguir supervisándola. Estaba realmente impresionada por lo rápido que aprendía, pero recién llevaba listo un ingrediente, era cuestión de segundos que se decidiera por cuál o cuáles ingredientes los combinaría...

Miré otra vez a mi alrededor... en esa zona del bosque ya no me interesaba gran cosa... caminé un poco por el lugar adentrándome un poco más en el bosque y entonces las vi... hojas grandes, de un verde pollo (es que era un verde amarillo pollo, no sabría explicarlo ahora) y que caían en "mechones" alrededor de una raíz que salía parcialmente de la tierra... fui hasta ellas arrodillándome para observarlas mejor

-Clarice... si no me equivoco... ¿esto no era mandrágora? ¡dí que sí! -estaba muy emocionada, aunque no esperaba demasiado, bien podía ser una simple papa mal plantada, pero si era mandrágora me moriría feliz... aunque sabía que no podía arrancarla tal cual, su grito al salir de la tierra era capaz de hacerte estallar los sesos, y se te saldrían como mantequilla por la nariz...

Me acerqué un poco hasta colocarme al lado de mi alumna y me senté en cuclillas para examinar esa planta. Tenía razón, Momo poseía el don, sólo que necesitaba explotarlo un poco más.

¿Tienes algodón? Le pregunté, con una sonrisa juguetona en los labios, dándole a entender de que efectivamente era Mandrágora.

Esperé unos segundos para ver si me preguntaba para qué necesitaría el algodón y le respondí:

Los druidas celtas tenían un secreto para sacar la mandrágora. Si juntas algodón y lo untas con pedazos de corteza de roble de más de 2000 años colocados en agua hirviendo y luego recitas una especie de cántico que te enseñaré, eso puedes colocarlo en tu oído y te hará inmune a cualquier tipo de ruido por muy fuerte que sea.

Al escuchar su explicación rebusqué en mi cesta, tenía un mini-set de primeros auxilios para cuando me iba a explorar, una nuca sabe cuando se va a despeñar por un acantilado, o se caerá de cabeza en rocas afiladas... hay que ir preparados para todo... saqué el algodón y se lo dí

-Lo que no tengo es corteza de roble de 2000 años... -ni corteza de roble de ningún tipo, de hecho me sonaba a nombre de vino, pero creo que se refería al sentido literal... la miré expectante, esperando a que me cantase la cancioncilla, me daba curiosidad cantar celta...

-¿Y dices cualquier ruido?¿la gente muy pesada también cuenta? lo que debo hacer normalmente para que alguien me deje de molestar es matarlo... -dije un poco pensativa en mis cosas...

Reí un poco por la alegre broma que mi alumna hizo y miré alrededor a ver si había algo que pudiese servir. Estábamos de suerte, ya que unos metros más a la derecha de nosotras se hallaba un robledal. Le hice una seña a Momo para que me siguera y avanzamos por entre el montón de árboles y ramas que nos deleitaban con el agreste paisaje.

Si mal no recuerdo... Le decía a Momo mientras hacía memoria de la canción en celta/gaélico. La canción decía así:

Gyda clustiau, canu at eich gwreiddiau.
Ac o ddyfnderoedd y ddaear, gyda fy nwylo i chi allan.
A pot bach a tân heb fod yn rhy fach
cynhwysion syml i greu gymysgedd.

No es muy difícil una vez que te la aprendes... Aunque el gaélico es algo difícil si lo escuchas por primera ves, heheh.

Puse atención al canto mientras buscaba un roble muy grueso, o sea, viejo para poder tomar un poco de su corteza... el problema residía en el roble, pues no había uno lo suficientemente grueso como para haber vivido dos mil años, y menos teniendo en cuenta las grandes catástrofes de hace unos años, por lo que había podido oír... tal vez, y con suerte, alguno hubiese podido sobrevivir...

-Entonces... el canto es... -dije rememorizandolo todo, no era difícil, alguna vez conocí a un tipo que hablaba igual de extraño, ahora ya sé cual era su idioma, no es que fuese mogólico... que cosas- Gyda clustiau, canu at eich gwreiddiau... Ac o... ddyfnderoedd y ddaear, gyda fy nwylo i chi allan... A pot bach a tân heb fod yn rhy fach... cynhwysion syml i greu gymysgedd... ¿me equivoco? ¡ah! perfect...¡there's something! -dije en inglés cuando por fin vi un roble enorme casi en medio del robledal, con la raíces muy gruesas y el tronco muy ancho, esperaba que cumpliese el requisito, pero dos mil años eran muuuchos años...