Paseo por el puerto de Lisboa

En el bello y pintoresco puerto de Lisboa el día amaneció parcialmente nublado, a través de la ventana de la posada donde estaba hospedado podía ver las calles medianamente vacías, ya que a lo más unas cuantas parejas caminaban distraídamente y uno que otro borracho que vagaba por los callejones, por lo que no había nada de ajetreo en el puerto y el día hasta ahora era algo bastante aburrido.

Eran alrededor de las dos y media de la tarde. Me encontraba en el hospedaje junto a mi gran amigo portugués, y recién acabábamos de almorzar un delicioso y nutritivo guiso de verduras junto a un buen vino Chardonnay que me traje de mi natal Marsella, ahora pasábamos el rato dentro, sin más entretención que la "amena" conversación y una partida de Black Jack sin apostar.

"21, 22, 25... Vaya, Julien, parece que me has vuelto a ganar esta vez.

Oui, Albero, mon ami... Al parecer estoy en racha.

OFF: BGM de la ciudad: Uncharted Waters SNES OST - Lisbon Theme Remasterized

Spoiler:

ON: Albero Salmiento era un joven grumete de la marina mercante que trabajó con mi padre... Tenía éste 13 años cuando lo conocí dos años antes de que papá murió, heredando gran parte del negocio al ver mi papá lo muy buenos amigos que éramos. Desde entonces hemos estado navegando juntos y aparte de ser el segundo de a bordo en la "Rozarie", es quien se encarga del mantenimiento del barco mientras yo estoy en otra parte del mundo.

Julien... te noto algo aburrido... ¿Por qué no sales un rato a pasear por la ciudad? No tendremos nada que hacer por ahora y las autoridades del puerto no nos darán el zarpe hasta luego de dos días.

Ahora que recordaba, mi amigo Albero estaba en lo cierto, por estos días de fin de semana habrían festividades importantes para Portugal, por lo que no habrían zarpes hasta el lunes, lo que significaba en primer lugar que no podría navegar por estos días y en segundo lugar tendría que buscar alguna útil diversión por estos días.

¿Y qué harás tú, Albero? ¿No saldremos juntos hoy?

Sabes que los días nublados me dan sueño... además que con tanto vino que bebí me siento algo ebrio y cansado. Iré a mi habitación a dormir un rato. ¡Dviértete!

Y fue así como luego de despedirme de mi amigo, salí un rato a pasear. Ahora las calles estaban prácticamente vacías y no se veía una sola alma siquiera en la plaza cercana. Dirigí mis pasos hacia la costanera y mientras observaba el mar azul brillando con el reflejo del sol de la tarde suspiraba hondo mientras buscaba algo con que distraerme por ahí.

(pj: consideraré esto parte de la historia de mi pj en el mundo “real” por así decirlo)

Un misterioso portal se abrió aquella tarde en una ciudad normal y corriente como era Lisboa. Parecía como si el aire se hubiese separado a propósito para luego vomitar a una joven peliazulada, golpeándose el trasero con el suelo pavimentado del puerto, justo en la costanera. La joven levantó un poco su dañadas nalgas y se las acarició con sus guantes mientras se quejaba del golpe. Eso de viajar dimensionalmente no le gustaba para nada, y menos buscando a palos de ciego algo que hasta dudaba de que existiese. Después de todo el dispositivo que le habían dado sólo funcionaba cada 24 horas, lo que la obligaba a quedarse en el lugar al menos un día para luego volver a marcharse, así que no perdía nada buscando en aquella ciudad.

Nadie le había visto aparecer de esa forma, o eso parecía, pues había una persona unos pocos metros separado de ella, mirando hacia el mar, allí arrimado en dirección hacia el horizonte. Lenda suspiró aliviada. No podía dejar que nadie le viese aparecer de esa manera.

Desde la costa se podía observar una preciosa ciudad portuaria. Lenda pudo hacer varias observaciones, pues la capital donde ella vivía resultaba mucho más bulliciosa que aquella tranquila aglomeración. En su gran metrópolis siempre había tiempo para las fiestas y algún que otra obra de teatro entre las callejuelas, que hacía menos comparable la tranquilidad y el susurro del mar con el ruido de los barcos voladores y las máquinas de niebla.

Tampoco tenía idea alguna de como servía aquel artilugio que le habían dado en aquella extraña sala "entre mundos", había imaginado un puerto, y había aprecido en él, pero para ella aquella era una ciudad sin nombre, aún...

Mientras miraba al bello. azul y ancho mar escuché un ruido que me despistó y atrajo mi atención parecido a una especie de shock eléctrico. Luego vi una extraña luz cegadora que cubrió la orilla de la costanera por unos fugaces segundos, dejándome perplejo y asombrado.

¿Qu'est-ce, Mon Dieu? Exclamé al tiempo que me cubría los ojos con el ante brazo para no quedar ciego de la impresión y esperé a que todo pasara.

Cuando pude abrir los ojos pude ver entonces a una chica tirada en medio de la calle, pasándose una mano por las nalgas debido al enorme porrazo que se dio. Noté que me estaba mirando preocupada porque temía que yo la hubiese visto (lo cual en parte era cierto), y yo tambien le dirigí la mirada, mientras permanecía quieto, sin moverme.

Me quedé allí contemplándola unos segundos, su cabello azulado, sus grandes y brillantes ojos, su escultural figura... Cualquier hombre de estos lados del puerto de Lisboa podría encontrarla una chica encantadora y se hubiera aprovechado de ella, pero en mi caso yo era un caballero y no me iba a quedar parado allí como pasmarote sin al menos acercarme con algo de cautela y con una sonrisa amable en mi rostro ofrecerle mi mano para que se pudiera levantar y le dije:

Escuse moi, mademoiselle, la vi salir de aquella luz sin proponérmelo yo, Y creo que sería menester ofrecerle mi ayuda, ¿se encuentra bien?

Al final no consiguió lo que se propuso: aquel muchacho ya la había descubierto. Se acercó a ella y le ofreció su mano para ayudarla. Lenda se quedó mirándole durante unos segundos, preguntándose si de verdad podía confiar en aquel hombre para cuando empezó a balbucear cosas en otro idioma del que no entendía.

Extendió su brazo y cogió la del muchacho, la verdad es fue de gran ayuda por su parte. Consiguió incorporarse gracias a él.

—Mu…muchas gracias… —contestó la peliazulada —estoy bien, no te preocupes —. Lenda se llevó la mano derecha a la boca, indicándole al hombre que callara lo que le iba a contar —: Por favor… no le digas a nadie que he aparecido de esta forma… supongo que te habrá sorprendido pero…

Lenda, nerviosa, se llevó la mano a la nuca, sin saber continuar la conversación. No sabía exactamente cómo explicarle a aquella persona cómo había aparecido allí. Si por algún casual se la acabara contando, seguramente la tomaría como loca, o algo por el estilo. De todos modos, no estaba muy seguro si en aquel mundo eran conscientes de que existían muchos otros mundos además de este.

No llevaba ni diez segundos de intentar saber un poco más acerca de lo que sucedió con esta chica y ya me estaba confiando un secreto... pensé yo tambien en qué le diría mientras la observaba que se rascaba la nuca nerviosa, como si ella creyese que yo no creería nada si ella me contase toda la verdad. Pero aún así me acerqué un poco más a ella con un gesto de amabilidad aunque sin perder cautela y le dije:

No se precupe, Mademoiselle, afortunadamente hoy es un día importante para este país y no hay ningun alma en este lugar además de nosotros dos. Su secreto estará a salvo conmigo.

Mis años como navegante y mis vínculos con nobles damiselas me habían convertido en un conocedor de las damas y sabía que estaba intentando guardarse las razones de cómo y por qué llegó aquí. Aún así quise demostrarle que era de confianza, y que dijera lo que dijera le creería, no por nada yo tambien he tenido increíbles aventuras durante mis búsquedas de tesoros.

Y bien... ¿Podría decirme cómo es que se apareció tan de repente en las calles de Lisboa? ¿No serás una especie de ángel caído del cielo? Dije mitad seriamente, mitad en "Elogio para entrar en confianza", mientras observaba lleno de asombro su azulado cabello y me preguntaba si será natural.

Lenda escuchó la pregunta del chico y sonrió. Le gustaban los piropos, sobre todo si venían de hombres tan apuestos y amables como el que tenía delante.

—Bueno, es una nueva forma de viajar que tengo. Pero solo funciona cada 24 horas, por lo que me tendré que quedar en esta ciudad por un tiempo —dijo. No esperaba que lo entiendese y también, se ahorró detalles, puesto que los entendería menos. Aún así le estaba diciendo la verdad.

Le llamó la atención, sobre todo, la avenida de aquella ciudad. Y también las costas, que no quedaban muy alejadas, sin duda aquella ciudad invitaba a disfrutar de su estancia, y probablemente la visitaría como cualquier turista en vez de preguntarle a la gente cosas sin sentido como la localización de algún templo subterráneo. Se volvió a voltear hacia el hombre y le dijo:

—Todavía no sé cómo te llamas.

"¿Así que la señorita era una de esas fanáticas de la tecnología dimensional que gustan de probar sus inventos sacados de películas de Sci-Fi?". Pensé en ese momento, cosa que si bien podría ser a medias cierto, no quitaba lo realmente impresionante que era todo ello.

Bueno... Dije luego de escuchar atentamente a sus palabras. Disculpe mi falta de cortesía al no haberme presentado antes, Mademoiselle. Je suis Julien Clarence, conservador y dueño del Museo Clarence en Marsella, Francia, y tambien un reconocido "Cazador de Tesoros".

Cabía recalcar que en todo momento mientras le hablaba con serenidad y franqueza, no dejaba de mirarla con un gesto de caballerosidad y amabilidad. Entonces le extendí el brazo gentilmente para que lo sujetase mientras le decía.

Por mí no tengo ningún problema en acompañarla, Mademoiselle. Me ofrezco a ser su guía por las calles de Lisboa, y no se preocupe por si alguien nos mira, hoy es día festivo en la ciudad y la mayoría están celebrando en la Plaza Principal.

La joven sonrió divertida. Aquel hombre se comportaba de un modo muy peculiar, le recordó a los nobles de esos que siempre andaban por ahí con sus pulcras maneras de hablar y comportarse. Sin embargo, aceptó a sujetarle la mano mientras se presentaba. Lenda, incluso, se atrevió a hacerle una pequeña reverencia mientras se tomaba de los laterales de los volantes de la verdosa falda que llevaba. Dijo ser un buscador de tesoros, algo que atrajo enormemente la atención de la maquinista.

—Pues… si eres mi guía, me gustaría mucho encontrar algún sitio para comer por aquí —dijo la jovencita— hace mucho tiempo que no como, y espero que el dinero no sea un problema.

Luego le habló de una fiesta que se estaba celebrando en la plaza principal, y que atrajo la curiosidad de la maquinista, quién no había parado de ver y experimentar cosas nuevas desde que empezó a viajar por el mundo humano.

La idea de invitarla a comer sonaba bastante bien, por lo que pensé en ese momento, y para días y situaciones como esta conocía un sitio agradable y elegante donde podría ella comer bien, abundante y quizá hasta por poco dinero. Para luego tener una elegante vista de la procesión y el carnaval en la plaza.

Pues tengo el agrado de invitarla a un lugar perfecto donde se podrá matar dos pájaros de un tiro. Es un bello lugar que cada vez que paso a degustar algo allí me recuerda mucho a mi amada Francia. Posee tambien una amplia terraza de donde podremos observar la fiesta en la plaza y disfrutar de una bella vista panorámica de Lisboa, ¿qué le parece, Mademoiselle...?

Me detuve en seco en ese entonces, ya que aún no sabía el nombre de quien me acompañaba.