18+...Un lugar de nuevas sensaciones...

Demasiado trabajo, eso era lo que pasaba, no se habían distribuido bien el trabajo esa semana y andaba que no se aguantaba derecha, porque tenía que trabajar el doble que las demás? Nunca lo entendería, pero tenía que hacerlo porque se lo habían mandado, que remedio, suspiró resignada y se tele transportó a una de las islas del Mundo de la Ruina que era donde le tocaba vigilar ese día. Sacó su botella de vino y degustó un poco de este, se lo habían traído especialmente para ella, se suponía que era uno de los mejores vinos del mundo pero ahora que lo tenía en los labios, no tenía un gran sabor, su olor no transmitía nada, y el color no le acababa de gustar así que tiró el líquido en un árbol y tiró la botella en algún sitio perdido de la isla. Siguió adelante, andando entre todos aquellos árboles que la molestaban pero tenía que dejarlos así porque si no la tierra moriría, de pronto empezó a llover, dejó que el agua resbalara por su rostro y por su cuerpo, no le importaba en lo absoluto, al contrario le gustaba sentir el agua, era algo extraño.
Al cabo de un rato de andar por ese inmenso bosque y no encontrar nada fuera de lo normal estaba a punto de irse cuando vio un punto de color que no era normal en el bosque, así que decidió acercarse, al principio iba lentamente pero al fijarse que era una chica corrió hacia ella y la movió un poco, estaba inconsciente pero no parecía tener ninguna herida y respiraba bien así que la cogió en brazos y empezó a buscar algún sitio para resguardarla, después de un rato de buscar encontró una pequeña cueva y la dejó allí, cogió unos cuantos troncos y después de probarlo durante un rato consiguió encender un pequeño fuego para que la chica pudiera secarse y no se enfermara. La miró, parecía estar helada pero no tenía nada para poder secarla así que creó fuego con las manos y empezó a secar su ropa y su cuerpo dejando el otro que tenía encendido, le tocó la frente viendo que tenía un poco de fiebre, necesitaría agua, pero lo más importante era secarla.

Mientras la secaba vio como se iba despertando poco a poco, siguió con lo suyo esperando que recuperara del todo el conocimiento, tenía que secarla para que la fiebre no le subiese más, le miró y le sonrió con dulzura.

- Por fin despiertas, como te encuentras? No creo que muy bien ya que tienes bastante fiebre, has tenido suerte que te encontrara allí tirada y te recogiera, por poco y no te veo y si te hubiera encontrado algún demonio o bestia salvaje que hubieras hecho? Ahora estarías muerta, tendrías que vigilar un poco más donde te echas una siesta.

Le sonrió para indicarle que estaba bromeando y siguió con su tarea, no sabía como podría bajarle la fiebre que tenía, conocía unas hierbas medicinales pero no sabía si en aquella isla habrían y también necesitaba agua pero no tenía nada para recogerla, además no podía dejarla sola en ese estado, por más que pensaba no encontraba una solución.

- Mi nombre es Yurika, soy una de las diosas que protegen para decirlo de algún modo todos los mundos que hay por aquí, cuál es tu nombre bella señorita?

No parecía una chica peligrosa, más bien alguien que estaba indefenso, pero nunca podías dejarte llevar por las apariencias lo sabía perfectamente. Miró hacia fuera, seguía lloviendo sin parar y parecía que no quería parar la maldita lluvia, miró a la chica un poco mejor parecía que se encontraba ya que su cara estaba un poco más relajada, tocó su frente y hervía.

- Tendría que ir a buscar unas hierbas medicinales y agua, pero no quiero dejarte sola así, qué puedo hacer?

Cogió unas hojas mojadas de unas ramas que había cerca de la cueva creando una barrera para no mojarse y volvió a entrar poniendo unas de las hojas en la frente de la chica, por el momento eso la aliviaría un poco pero necesitaba recolectar agua y conseguir las plantas aunque con lo mal que le veía no se sentía capaz de dejarla allí sola y menos al estar tan débil. Vio que al intentar recordar su cabeza le dolía así que le puso una mano en el brazo y le sonrió dulcemente y acto seguido le acarició un poco la cabeza tranquilizándola.

-No te preocupes, ya lo recordarás no te fuerces demasiado ¿vale?

Se sonrojó levemente con su otro comentario, pero pensó que era a causa de la fiebre tan alta que tenía, por un momento se la quedó mirando era muy bella, su cara sonrojada por la fiebre la hacía adorable y sentía el impulso de abrazarla pero se contuvo, no era normal que hiciera algo así y menos a una desconocida. De pronto, empezó a levantarse, asegurando que podría protegerse ella sola si venía alguna criatura, la volvió a tumbar lentamente y la miró seriamente.

-En tu estado no puedo dejarte sola, por mucho que me lo pidas no lo haré, miraré por aquí cerca de ver si encuentro las hierbas pero no dejaré de vigilarte.

Se levanta y sale de la cueva creando una barrera a su alrededor, mirando por los árboles cercanos en busca de aquellas ansiadas plantas que en ese momento podría ser la solución a muchos problemas, unas plantas semejantes a las que buscaba aparecieron en ese momento delante de sus ojos como puestas allí por algún ser al intentar ayudarla, así que acercándose tímidamente a ellas las cogió y se dirigió a la cueva de nuevo, las puso encima de unas hojas y empezó a chafarlas como pudo para poder dárselas.

Sentía que la otra la seguía todo el rato con la mirada, lo que pensó fue que aún no confiaba en ella y por eso estaba en guardia, se dedicó a chafar las plantas bien y las mezcló con agua como pudo. Vio como la chica empezaba a tener frío, era normal con la fiebre a la temperatura que la tenía y además la lluvia no ayudaba a coger calor, lo que hizo fue acercar el fuego a ella para que pudiera calentarse de algún modo y se acercó más a ella con la mezcla en las manos.

- Tomate esto, hará que tu fiebre baje y te encontrarás mejor, hasta que lo estés deberías descansar, ahora lo que me preocupa es que no tengo nada para cubrirte perdóname.

Se sentó a su lado y le tendió la mezcla dejándola cuidadosamente en sus manos, al ver que temblaba bastante lo único que se le ocurrió fue pasar un brazo por detrás de su espalda y pasarle un poco de calor al cuerpo, no quería que enfermara aún más. Al estar tan cerca pudo fijarse bien en la chica, era preciosa, su pelo brillaba con el fuego y hacían una combinación preciosa, sus ojos eran profundos y parecía perderse en ellos cada vez que los miraba, y su cuerpo era hermoso, se sonrojó al pensar en cosas que no tocaban en ese momento, primero eran dos mujeres y no creía que ella estuviera dispuesta a nada y después ella estaba enferma, no podía dejar que sus deseos se antepusieran a su cura, así que apartó la mirada muy sonrojada y empezó a mirar como el fuego quemaba los troncos y le pasaba calor al cuerpo.

- Te encuentras mejor preciosa? Necesitas algo?

Le puso la mano en la frente para medir su temperatura, parecía que por fin se había estabilizado la fiebre y ya no subía pero tampoco bajaba eso era una mala señal, pero allí no podía hacer mucho más por ella, lo único que podía hacer era esperar a que las hierbas hicieran efecto y eso la exasperaba.

Poco a poco lo que primero solo había sido una pequeña cercanía se convirtió en un abrazo, los centímetros entre sus cuerpos se iban acortando hasta que notó como los pechos de la otra chica estaban apoyados en los suyos y eso la hizo enrojecer, ya se había fijado en los generosos pechos de la otra pero al notarlos era una sensación extraña y agradable, se movió un poco para notar un poco más esos hermosos y bien formados pechos. Sin darse cuenta le había empezado a acariciar su espalda, lentamente con las yemas de los dedos, recorriendo esta mientras su cabeza se posaba en su hombro y le daba un dulce beso en el cuello.

- ¿Te va bien lo que te he dado? ¿Te encuentras algo mejor?

Intentaba encontrar un tema de conversación ya que empezaba a notar como se estaba dejando llevar y no quería hacer algo inapropiado, debía mantener su mente ocupada pero cada vez se notaba más cerca de la chica y no podía hacer nada para evitarlo, el dulce aroma que transmitía era irresistible y su cuerpo parecía llamarla a que diera el primer paso, que no se resistiría. Lentamente su mano fue deslizándose hacia la parte de delante y empezó a acariciar uno de los pechos de la chica, lenta y circularmente, como estudiando la buena proporcionalidad de aquel pecho, mientras sus labios empezaban a recorrer su cuello a base de besos, empezando a subir hacia el rostro y allí encontrar sus labios y besarlos tiernamente, solo para probarlos, mientras la otra mano hacía que sus cuerpos se apegaran aun más.

Puso una de sus piernas en medio de las suyas para tener más libre acceso, su mente se había quedado totalmente en blanco y se estaba empezando a dejar llevar, pero no podía evitarlo aquella chica la estaba volviendo loca.