El Espejo

La tarde ya moría y el sol bajaba más y más en aquel horizonte sangrante, la noche pugnaba por caer de un momento a otro aplastando todo con su oscuridad.
Y sería el momento perfecto para que aquellos seres indignos salieran de sus guaridas en busca de satisfacer sus más horripilantes deseos.

Estaba en esta ciudad buscando todo cuanto sabía que había perdido, pero que a la vez sabía que aún me quedaba. No podía darme el lujo de toparme con una de esas criaturas y gastar tiempo y energía en ellos, pues sabía que no lograría determe y mi propósito era hallar a mi único motivo de vida hasta ahora; era todo lo que quería. Y en el fondo de mi ser sentía la corazonada de que mi viaje estaba pronto a finalizar; no porque fuese a morir, sino porque ella estaba cerca.

Tenía la convicción.

Caminé varias cuadras más recorriendo el centro comercial de aquella ciudad. Me detuve frente a una vitrina dónde vendían un millar de cosas para mujeres, desde ropa hasta accesorios y maquillaje. Me pregunté cuáles serían los gustos de ella ahora que era una adolescente casi adulta. ¿Le agradaría lo mismo que a las chicas humanas o sería una criatura de las malas? ¿Cómo luciría ahora? ¿Qué color le gustaría? ¿Quién era ella ahora?

Me sentí melancólico haciéndome todas estas preguntas, sentí deseos de llorar, maldecir o golpear, pero me calmé y de eso volví a tomar más ánimos para seguir en su búsqueda. Unos metros más allá divisé una tienda de café y bocadillos, sentí hambre al instante, por lo que obligué a mis pies a llevarme hasta ese lugar. Me senté en un lugar periférico, cerca de los amplios y pulidos ventanales del Café y perdí mi vista en el cielo rojizo pensando en ella mientras alguien venía a tomar mi órden.

Estaba sentada detrás del mostrador con los brazos apoyados en este y la cabeza acobijada en los mismos: típico signo de agotamiento. Por lo que una compañera tuvo que venir y remover con delicadeza uno de mis hombros para que yo reaccionara.

-Hallie! Alguien en la 12! Yo voy para la 3

¿Ah? Oh, cierto! Claro! Me hablaba de mesas n_nU Di un suspiro y me levanté lenta y trabajosamente como si llevara el peso del mundo encima. Entreabrí los ojos buscando la mesa 12.

Al lado de los ventanales, un chico alto del cabello más o menos del color mío pero más oscuro, aguardaba mirando hacia el infinito. Dirigí la mirada hacía dónde iba la suya y la luz del sol que moría en la tarde me hirió los ojos. Volví a suspirar, me acomodé el uniforme, el cabello, tomé la cartilla y me dirigí hacía él con la cara sonriente y animada; como si realmente no estuviera cansada.

-Buenas tardes! Ok, casi noche n.n

Le saludé con ánimo y voz cantarina.

-Aquí está la cartilla ¿tomo su órden?

Sonreía mientras hablaba, se volvió para mirarme y sus ojos me atravesaron ataladrándome, pero no en mala forma. Me quedé estática un segundo imperceptible en el que la sonrisa abandonó mi rostro siendo reemplazada por una expresión de preocupación que ni se notó.

Algo en él... me resultaba... raro.

Continuaba pensando, cavilando muy interesado en lo que rondaba mi mente. Una suave y alegre voz de mujer me sacó de mi inusitado letargo. La maid del café. Sonreí sin mirarla mucho.

-Buenas tardes... sí, casi noche.

Concedí con una pequeñísima sonrisa en los labios. Sostuve la cartilla que me había entregado y comencé a hojearla. Sin mucho darle vueltas decidí.

-Un capuccino con un trozo de pastel de fresa, por favor.

Le pedí mientras depositaba la cartilla cerca de ella y alzaba la vista para mirarla, y no pude dejar de mirarla. Y estuve seguro de que mi expresión cambió.

Su sonrisa, su cabello, sus expresiones, su voz... sus ojos... todo en ella era tan familiar. Por un momento creí que la había hallado, pero no quise cantar victoria antes de tiempo, claramente podría ser un error; una alucinación a causa de la ansiedad.

-Disculpa... ...

Extendí ligeramente una mano en su dirección, pero no me atreví a preguntárselo, ella podría malinterpretarme. Estaba seguro de que, fuera o no esa mujer, mi hermana no me recordaba. Así que no podía apresurarme.

Anoté su órden sintiéndome algo cohibida y preocupada. Su mano avanzó casi incoscientemente hacia mí y esto me preocupó al punto de asustarme.

¿Sería un pervertido?

Me alejé levemente de la mesa, dejando un pequeño pero evidente espacio entre mi cuerpo y la madera pulida de la mesa.

-Claro, capuccino y pastel.

Dije con tono suave y claro, manteniendo las apariencias, pero no con la misma disposición. Guardé la libretita y el lápiz y tomé la cartilla de la mesa fingiendo calma.

-Espere unos minutos, por favor! En seguida le traeré su comida n.n

Lo dejé ahí moviéndome a paso rápido; lo suficiente para que creyera que me apresuraba por traerle su órden y no porque huyera de él.

Dicho y hecho: me malinterpretó. No necesitaba ser un genio para darme cuenta de esto y me lamenté.

Aún con el tono amigable y familiar me aseguró que pronto traería mi órden de comida. Apoyé el codo en la mesa y sostuve mi cabeza con la mano, me sentía frustrado, de seguro merecía su distancia pues me había apresurado.

Tenía que hacer algo: venir todos los días a comer aquí... no era muy buena idea. ¿Y seguirla hasta su casa? Mucho menos, claro que no, eso era peor.

Cerré los ojos como si así fueran a desaparecer las últimas metidas de pata y me quedé esperando a que volviera (y ojalá que fuera ella) con el pedido y pensar en qué decirle.

¿Aika? ¿Layla? ¿Mirai-san? TT___TT ¿Por qué no querían cambiar conmigo? TT___TT

Ok ok, estaban tooodas muy ocupadas atendiendo sus propias mesas por lo que no podía pretender que alguna se apiadara y se fijara en que yo necesitaba quedarme aquí... o en otra mesa TT__TT

Pero no fue así. Entonces tuve que cursar la órden de aquel chico y hacer mi trabajo profesionalmente. Pero si intentaba propasarse el puñetazo en la cara no se lo sacaría nadie ¬¬

Luego de 4 ó 5 minutos de espera, la cocinera me entregó la órden completa, así que la alisté en la bandeja con mucho cuidado y dedicación, como la buena maid que era. La tomé en una sola mano alzándola cerca de mi hombro y caminé con gracia y seguridad hasta ese chico.

-Aquí está su órden! Pastel de fresa con un capuccino! Disfútelo n.n

Acomodé las cosas en la mesa, las servilletas y un vaso de agua que también había llevado.

-Con permiso n.ñ

Le dije con amabilidad tomando la bandeja plateada con ambas manos y dándome media vuelta para dejarlo comer tranquilo ñ.ñU